Megadeth es superior a Metallica.. le guste o no

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miércoles, 11 de junio de 2014

Crítica de... "Un Hombre Lobo Americano en Londres" (An American Werewolf In London)

John Landis, 1981


En esta oportunidad quiero tomarme la molestia de dar mi opinión sobre la extraordinaria exposición cinematográfica que hace John Landis sobre el tema de la licantropía, enfocándolo con la violencia y el horror que tan ilustre subgénero cinematográfico merece, pero mezclado, de forma casi magistral e inimaginable, con un humor negro hasta entonces desconocido en el cinema de horror. Todo eso apoyado en un guión sencillo y unos efectos visuales inigualables... aún para los ignominiosos estándares cinematográficos del Hollywood actual.

La historia va de dos jóvenes mochileros norteamericanos que recorren las zonas rurales de Inglaterra, y llegan a una villa donde no son precisamente bien acogidos por hospitalarios aldeanos; sino que son apenas recibidos, de muy mala gana, por una panda de borrachos, en una lúgubre taberna llamada "El Cordero Sacrificado" (The Slaughtered Lamb); donde los habitantes de la villa (unos viejos de mierda, que odian a los forasteros) ocultan una historia sobre algo que podría amenazar a los viajeros que andan a solas por el páramo, en noches de luna llena.


Luego de algunos chistes étnicos (que hacen de introducción a la oscura hilaridad de la película) y de demostrar una hospitalidad que haría sentir orgullosos a los burócratas que atienden en los hospitales públicos de cualquier país del Tercer Mundo, los aldeanos mandan a volar a los dos mochileros, con la simple advertencia (gran resguardo que fuera) de no salirse del camino ni pasar por los páramos; al más puro estilo de Caperucita Roja, y claro sino, son atacados en medio de la nada, por una bestia que muele a uno de ellos (Jack), dejando herido al otro (David). Luego éste último despierta en un hospital de Londres, donde es atendido por una dulce, angelical, deliciosa, divina, refrescante, turgente, grácil y sedosa enfermera llamada Alex.

Quien fuera lobo para comerse a esa ovejita
Es en este hospital donde David comienza tener visiones y encuentros macabros con el espíritu de su amigo muerto, Jack, quien aún muestra las heridas frescas causadas por la bestia; y que está ahí, no sólo para contarle de lo bueno que estuvo su funeral, sino para advertirle que debe morir pues al haber sido atacado por un licántropo, este también se convertirá en uno, no más llegue la próxima luna llena.
Mención honorífica en éste párrafo al avasalladora mente increíble trabajo de maquillaje de Rick Baker. El ver a Jack, con la piel hecha jirones, platicando sobre los infortunios de la vida en el más allá, es una carta de presentación demoledora para lo que serán el resto de los efectos especiales y de maquillaje, que se verán durante toda la película.
Pocas películas de esa época podían presumir de semejante impacto visual, curiosamente animado por los comentarios humorísticos y mordaces de los protagonistas.

Aparte de los encuentros con el fantasma podrido de Jack, David tiene unos recurrentes sueños macabros y espectaculares, como el de unos monstruos nazis que llegan a su casa a ametrallar y mutilar a toda su familia...

¡POR TODOS LOS PUTOS SANTOS DEL CIELO!!! ¡¿puede acaso haber algo más espectacular que eso?!... cuando vi la película por primera vez, yo no tendría más de 11 años, y ver algo que todo niño sueña desde la más temprana edad, plasmado en celuloide, no tiene precio.
Definitivamente, hay escenas de películas que nos marcan, y definen los valores éticos y morales que habrán de moldearnos en personas de bien por el resto de nuestras vidas; pues esa escena de los demonios nazis, exterminando a unos mocosos de mierda y a sus padres, mientras nuestro protagonista es obligado a punta de Cuchillo (bowie) a observar ese festín de sangre y violencia, es la escena que ha marcado mi infancia y me ha mostrado el camino a seguir, como hombre de bien y ejemplo para la sociedad.

El sueño de todo niño, hecho realidad

PERO regresemos a nuestra crítica sobre ésta enternecedora historia. Al seguir sufriendo de semejante descarga visual y emocional, David no tiene más remedio que aliviar sus penas en brazos de la encantadora, bella, delicada y suave enfermera Alex; la cual, para dicha de ninfas y sátiros, se encarga de restablecer la salud física y mental de David, llevándolo a vivir a su acogedor apartamento, y dándole incontables horas de felicidad por medio del más viejo y eficaz tratamiento conocido por el ser humano... 
Alex se encarga de darle un tratamiento personalizado a David

Luego pasar unos días en el apartamento de Alex, David recibe la visita de Jack, quien más y mejor podrido de lo que estaba antes, y mostrando un mórbido sentido del humor, le advierte a David que esa noche va a convertirse en Licántropo; y que saldrá a deambular por las calles de Londres en busca de nuevas víctimas.
La escena que muestra la transformación de David en hombre lobo marca un hito en la cinematografía mundial y es un estándar que, hasta el día de hoy, no ha sido NUNCA superado. En especial, en una época donde pareciera que las leyes persiguen a todo aquél que ose filmar una película sin los mierderos efectos digitales que tanto mal le han hecho al cine.

Jack, poniéndose más rancio cada día...
En dicha escena, Rick Baker muestra y demuestra que el talento vale más que un oficio burocrático aprendido (como los inmundos efectos digitales, hechos en computadora). La transformación muestra, en todo su esplendor, la violencia y la brutalidad que conllevaría a un ser humano transformarse en una bestia sedienta de sangre... son poco más de dos minutos de intensidad fílmica que convierten a una simple historia de monstruos en algo que exige la plausibilidad y la credibilidad más absolutas. He ahí la importancia de hacer un trabajo serio, aunque se trate de una temática trivial o infantil.


La bestialidad y realismo de la escena hicieron acreedor, a Rick Baker, de numerosos premios y distinciones; así como fueron el cimiento perfecto para la reputación de John Landis, quien se establece como un director capaz de realizar películas que van más allá de la comedia, como The Blues Brothers o Animal House.


Rick Baker, en la escena que marcó una época
Continuando con la historia, el Hombre-Lobo-David se lanza a una noche de desenfreno alimenticio por todo Londres, acabando con presas pertenecientes a todos los estratos sociales, mostrando, de la misma forma que éste humilde blog, que la discriminación es una actitud degradante y arcaica; por lo que nuestro héroe da buena cuenta de una risueña pareja que se dirige a una fiesta; de un grupo de borrachos indigentes, a orillas del Támesis; y de un ejecutivo que se pasea por el subterráneo de Londres... todos valen igual de mierda para David, el Licántropo; quien amanece, durmiendo plácidamente en una jaula, junto a sus primos cánidos, en el Zoo de Londres.

Luego de unas hilarantes escenas, nada relacionadas con películas de horror, David llega al apartamento de Alex, desde donde ambos salen a pasear por el centro de Londres y es cuando David se da cuenta de su festín nocturno y trata de hacer que lo arresten, sin conseguirlo (debería venir a Honduras para que vea lo fácil que es eso cuando se es honesto); luego huye de Alex, en pleno centro de Londres, y ve al fantasma de su amigo Jack, más podrido que nunca, haciéndole señas para que lo siga al interior de un respetable cine porno.

En el interior del cinema, junto al ultra podrido cadáver de Jack, están los espíritus de las víctimas del festín de David; todas chorreando la sangre aún fresca. Es en éste punto de la historia donde se da una de las conversaciones más jocosas en la historia del cine, entre David y los cadáveres mutilados de sus víctimas. La escena resulta surreal, al mezclar las figuras destrozadas por el licántropo-David, hablando sobre cómo éste debería suicidarse, mientras una ficticia película porno se desarrolla pacíficamente en la sala de cine.
"¿Cómo debería hacerlo?"

"¿Pastillas para dormir?"

"¡Un cuchillo!"

"Podría lanzarse frente a un tren subterráneo."
Y aún cuando la docta conversación sobre la forma en que David debía partir de éste mundo, no estaba finalizada ¡ZAS! anochece y David se vuelve a transformar nuevamente en hombre lobo... dando cuenta de algunos bien ponderados asistentes a tan distinguido espectáculo cinematográfico.

Cuando llega la policía, el Hombre-Lobo-David sale del cinema XXX para crear caos y destrucción por todo Picadilly Circus, y darle a los habitantes de Londres algo de la acción que no habían vivido durante 40 años, desde que aquél pro-hombre de antaño quiso hacer del mundo un lugar mejor para todos.


Finalmente, la policía logra acorralar a nuestro heróico y voraz protagonista en un callejón, al cual llega la dulce, etérea y bella enfermera Alex, sólo para ver como la policía le cobra sus pecados a David, con una rociada de píldoras calibre 7.62 mm y nuestra historia termina con el cuerpo desnudo de David, mientras suena la canción "Blue Moon".

Parece casi irrisorio que, sobre un guión tan simple y (si se quiere) trillado, se haya podido erigir una historia tan singular e impactante. Siendo aún mayor el mérito de hacer que semejante película funcione tanto como historia de horror, al mismo tiempo que como comedia.

Con el tiempo John Landis nos entregó otras historias, con mayor o menos suceso; pero sea ésta recordada como la película cumbre, entre tantas, en la historia de la licantropía moderna.

Sólo nos queda agradecer al director, los productores, técnicos y actores que participaron en ésta producción por haber dado al mundo y al arte, un aire tan fresco y una perspectiva tan peculiar sobre la licantropía.

Gracias John Landis
John Landis, junto al protagonista

 4/5



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